miércoles, 25 de julio de 2012

La rutina también se cansa

Como cualquier otro día, la lluvia caía fuertemente sobre el paraguas de María. El viento hacia que su cabello flotara en el aire y que sus puntas se mojaran levemente. María tranquilamente esperaba al colectivo para que la llevara a su colegio, el cual quedaba a tan solo unos 10 minutos de su casa. Extrañamente, el bus se estaba demorando. Eran las 6:30 de la mañana y no se asomaba por ninguna parte el colectivo. María, sin pensarlo, se montó en un taxi para poder llegar a tiempo al colegio. Al llegar al salón, esta se dio cuenta que la mitad de sus compañeros estaba retrasados. Se sintió un poquito mejor, ya que no era la única que había llegado tarde. De hecho, estaba feliz de que a ellos los regañarían y a ella no. Su pellejo estaba a salvo. La profesora esperaba pacientemente a que el resto de los estudiantes llegaran. Pero, después de veinte minutos de retraso, la profesora decidió ir a la oficina de la rectora, ya que, le parecía bastante extraño que mas de la mitad de sus estudiantes no estuvieran en su clase. María, impaciente, hablaba mal de sus compañeros. Unos minutos después llegó la profesora junto con la rectora. Las dos con caras de tragedia. 

"Jóvenes, ha ocurrido una tragedia. El colectivo que traía a sus compañeros estuvo en un accidente. Uno de los arroyos se lo llevo...no hubo ningún sobreviviente" dijo la rectora pausadamente. 
El salón quedo mudo. Se escuchaba hasta el aleteo de la mosca que perturbaba a María...

Sin decir nada, María pensó: "Ya entiendo por que la ruta se demoro tanto"

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