viernes, 15 de febrero de 2013

Decisiones adecuadamente inadecuadas.

En la vida siempre tendremos mínimo dos caminos: el bueno y el malo. Por alguna razón, casi siempre escogemos el malo. Tal vez, en nuestro interior sabemos que estamos cometiendo un error. Pero esa adrenalina de lo prohibido, lo inadecuado, lo repudiado, lo mal visto; esa adrenalina, es la que nos embriaga y nos sumerge en un mundo desconocido. Si escogemos el camino bueno, ya sabemos de entrada que algo bueno saldrá de nuestro recorrido. Por el contrario, cuando escogemos el otro camino, no tenemos nada asegurado. No sabemos que nos pasará. Por eso, este camino, el mal camino, es tan seductor.