jueves, 13 de marzo de 2014

Somos seres efímeros.

Es normal caminar por las calles de tu ciudad y ver a más de 10 personas que te llaman la atención, no por su forma de vestir o de caminar o su cabello o su bolso, sino que te llaman la atención simplemente porque aparecieron en tu vida en un segundo y al siguiente segundo...desaparecen. Desaparecen y tú, sigues caminando. Sigues caminando porque reconoces que esa persona simplemente hace parte del montón y que seguramente tú para ella/el también haces parte de ese mismo montón.
Por otro lado, hay personas que por casualidades de la vida te hablan...ya sea para pedirte un favor como: "Hola, ¿sabes si por aquí llego a...?" o para comentar algo como "¡Uy no! Estos buses si se demoran" o simplemente para: "¿Vas a la universidad...? Yo también... ¿Cogemos un taxi juntas?" Pero luego de esa conversación o esos minutos cortos de interacción esta persona que casualmente apareció en tu vida, desaparece.
Si nos ponemos a pensar hemos conocido o interactuado con muchísimas personas, pero de esas, el porcentaje que sigue siendo parte de nuestra vida es mínimo.
A veces es triste pensar que dejamos pasar a tantas personas por nuestras vidas que tal vez hubieran podido ser más que un casual encuentro. Ese niño que miraste y te devolvio la mirada pero despues desapareció...esa persona que te hablo pero con un "muchas gracias" desapareció...esa personas que simplemente detuvo tu respiración por un instante y enseguida se fue...
Por lo general, el miedo, la pena o la pereza se apodera de nosotros y dejamos que esa persona desaparezca sin tan solo decir algo que puede cambiarlo todo...
Por eso, de ahora en adelante, lo importante es no dejarlos ir...dejemos de ser seres efímeros para aquellos que tal vez nos interesen o esten interesados en nosotros.